Extiende la mano
Sn. Mc 3, 1-5 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano.
Querido Herman@, muchas veces nuestras actitudes son comparables al hombre de la mano paralizada, pues somos incapaces de extenderla para ayudar al prójimo, otras veces somos como los fariseos , juzgamos y condenamos a los demás sin prestar atención a sus virtudes; ante estas actitudes, Jesús opta siempre por hacer el bien al que reconoce estar necesitado, así al mostrarnos humildes, reconocer nuestros pecados y obedientemente permitirle a Jesús actuar, Él sanará nuestro corazón, mente, alma y cuerpo, esto nos permitirá extender nuestra mano al necesitado, a mi prójimo, a nuestr@ cónyugue, hijos, hermanos, familiares, en nuestro trabajo, a todo aquel que veamos necesitado de consejo, aliento y esperanza, especialmente podremos perdonar a quienes nos hicieron daño, pues nuestra mano una vez paralizada y secada por el odio y rencor, ha sido sanada por el amor de Dios, no para lastimar sino para abrazar, trabajar, servir, ayudar y guiar.
¿Qué actitud muestras ante las necesidades afectivas, materiales y espirituales de tu prójimo?, ¿Porqué te cuesta extender tu mano?, ¿Porqué esta seca y paralizada?
Ofrezcamos nuestros huesos secos al Señor, para que Él les de vida, reconozcamos que básicamente lo que le podemos ofrecer es una mano seca para que Él la sane y con ello nos ayude a perdonar y amar, a superar las pruebas y dificultadas, que seamos de provecho en este mundo tan plagado de necesitados, sobre todo que nos ayude a extender la mano a los necesitados de nuestro metro cuadrado.
Puedes pensar que es difícil extender la mano, sobre todo a los que más te han dañado, pero recuerda que el Cristo que te pide hacerlo, ya lo hizo y lleva en ellas las llagas de Amor por la que has sido sanado, Él conoce tu dolor y necesidad, solo permítele actuar.
Que la Paz de Nuestro Señor Jesucristo este con Ustedes siempre.
Ministerio de Predicación
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